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Foto del escritorEnrique Buendía

La Luna es de queso




Me pregunto por qué nos cuesta tanto trabajo aceptar que hay realidades alternas a la realidad cotidiana que nos rodea. Entiendo que necesitamos un andamiaje sólido que nos de seguridad cuando salimos a la calle y que este andamiaje conceptual, le da sentido y estructura a nuestra vida; porque sin él, el miedo nos invadiría y sería imposible concentrarnos hasta en las actividades más sencillas. Qué persona podría ir a trabajar pensando que la van secuestrar extraterrestres, quién podría estudiar tranquilamente con la zozobra de no saber, si alguien intentará estrellar un avión en su ventana. Necesitamos seguridad y esta nos la brinda el Estado, él es el garante de la paz y del orden en la sociedad. Entiendo entonces, porque la mayoría de las personas desconfían o se mofan, de teorías que apuntan a explicaciones alternativas sobre hechos históricos. Dudar de teorías alternativas es natural porque aceptar, es tanto como renunciar a la seguridad que nos da el gobierno, o al confort de la Ciencia. No es la falta de pruebas lo que conduce a los ciudadanos a desestimar otro tipo de teorías, es  la necesidad de confiar, de saber que todos actúan de buena fe y por el bien común, lo que perpetúa la versión oficial.


Un caso clásico es la llegada del hombre a la Luna. Cómo podría un gobierno engañar así a sus ciudadanos, es demasiado osado. Negar es la respuesta a priori, sin importar si la versión oficial está llena de incongruencias, los ciudadanos siempre encontrarán la forma de contestarlas. Así, el aterrizaje en la Luna significó, para los hombres y mujeres que lo vivieron, un paso hacía la modernidad, y un parteaguas entre el ayer y el hoy. Negar que sucedió es una afrenta a la humanidad, porque son estas referencias lo que nos ha dado identidad. Negarlo, es negarnos a nosotros mismos, es un evento necesario, una aduana en nuestro destino. Tantos años mirando la Luna desde la Tierra, que ver la Tierra desde la Luna, debió haber sido un momento glorioso, casi poético: el hombre que mira a millones desde el espacio. No, no es fácil cuestionar, porque es cuestionarnos a nosotros también, es preguntarnos quienes somos y de qué somos capaces. Saber si fuimos capaces de conquistar la Luna o no, es una incógnita necesaria, un sobreentendido que nos permite seguir la vida felices y seguros, porque si nos ponemos a indagar, por ejemplo, la muerte de John F. Kennedy, los atentados del 11-S, o los agrogramas de los campos de cultivo en Inglaterra, no vamos a llegar a ningún lado y podemos desmoronar las quebradizas bases sobre las que está cimentada nuestra civilización . El mundo es como es, como siempre ha sido, por que la vida es una ilusión, un pestañeo.


Así que no importa si no llegamos a la Luna, o si la Luna es de queso, la Luna será siempre fuente de inspiración.

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