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Foto del escritorEnrique Buendía

Repensando a Darwin (1ra parte)

Actualizado: 29 nov 2024



Aunque la Teoría de la Evolución de las Especies de Darwin, lleva dos siglos argumentando que las especies terrestres, en aras de la contingencia contextual, adaptan su biología a los rigores de la zona donde habitan; habría que hacer un par de precisiones a la luz de los descubrimientos que preceden al inicio de este nuevo milenio.


En primer lugar, me parece que, con respecto a la evolución humana, esta teoría es cuando menos incompleta, ya que no da una explicación satisfactoria en lo que respecta a la evolución de la inteligencia humana. Reflexiono que esta, es el desarrollo de una característica muy particular de nuestra especie, que por alguna razón extraordinaria fue llevada a niveles innecesarios dentro del contexto terrestre en el que nos desenvolvemos. Es decir, la naturaleza, (vista como una mano misteriosa que azarosamente guía la evolución) no necesita de cerebros que la introspeccionen sobre su proceder y la lleven a juicio. Dicho de manera muy burda, la naturaleza no necesita de poesía, la naturaleza no hace cultura. Si por el contrario, este fuera el plan, esta característica no sería monopolio del homo-sapiens-sapiens y sería compartida por otras especies terrestres a su mismo nivel. Sin duda, hay animales con un desarrollo neurológico sorprendente, pero siguen estando lejos de los estándares humanos.


Además, la propia teoría de la evolución se contradice, en lo que respecta a la evolución del “IQ” humano. Todos sabemos que la teoría de la evolución explica que las especies evolucionan porque el medio en el que viven cambia, y que los miembros de una especie que logran adaptarse mejor a las nuevas condiciones ambientales, perpetúan sus características en las siguientes generaciones. Esto es evolución darwiniana, el más apto sobrevive y el débil se extingue. Los cambios obedecen a una especie de rueda de la fortuna donde algunos, fortuitamente cambian y otros se mantienen inertes. Con respecto a esto, me pregunto entonces, ¿porqué el ser humano siguió evolucionando hasta llegar a ser lo que somos y no se detuvo en algún estadio anterior? ¿Por qué continuó, sí en la evolución de su coeficiente intelectual, este ya le permitía ser el amo absoluto del reino animal y modificar su hábitat? Veamos, los cocodrilos, como los escorpiones, llevan miles, sino cientos de miles de años, sin un solo cambio sustancial; parecería que hace tiempo que encontraron su forma ideal para subsistir y replicar su genética. Mi pregunta es sin duda ingenua, pero trascendental, ¿porqué nuestros ancestros siguieron evolucionando, aún cuando ya ocupaban la cima de la cadena alimenticia? Además, sí el desarrollo neuronal de una especie se vincula directamente con su éxito reproductivo, ¿porqué solo una especie recurrió a esta herramienta evolutiva tan importante? ¿porqué somos un caso entre millones? El milagro de la evolución.


Por otro lado, no puedo dejar de mencionar que la complejidad de los cambios evolutivos no son tan azarosos como se pretende, en realidad, lo que sucede es que de una forma compleja, se estructura otra más compleja y así sucesivamente. Hay una especie de logaritmo evolutivo que va aniquilando las estructuras poco aptas. La literatura es un buen ejemplo para analizar cómo funciona esto. Las partes mínimas que nos integran serían las letras, estas se juntarían y formarían palabras, este logaritmo sería capaz de distinguir las letras de las que no lo son y de ir juntándolas para formar palabras a partir de reglas que eviten la formación de palabras que tengan, por ejemplo, solo consonantes. Aquellas palabras sin sentido serian desechadas mientras que las que sí, serían guardadas para que, en un momento posterior, se emplearan para formar frases. Frases que además tendrían que ser coherentes con las reglas gramaticales de este algoritmo, para darles sentido. Esta evolución  lingüística, nos llevaría de lo semántico a lo literario. Aquellas frases, a su debido tiempo, terminarían por formar novelas como El Quijote. Nosotros seriamos el Quijote de la evolución, la obra cumbre de la naturaleza, un hecho que más que asombrarnos, nos debería intrigar porque este Quijote parece haberse escrito en una noche, por una pluma imposible, veamos:


Hoy sabemos que  los dinosaurios se extinguieron por culpa de una asteroide de, al menos, 11 kilómetros de diámetro que cayó a la tierra, hace 65.5 millones de años, al final del Cretácico. Este Armagedón prehistórico tuvo lugar en lo que hoy es Yucatán (Chicxulub) y como prueba queda un cráter de 200 kilómetros de diámetro y una marca en toda la corteza terrestre, llamada limite K-T. Las temperaturas en esos momentos alcanzaron niveles superiores a 500 grados y aniquilaron al instante, a la mayoría de especies terrestres. Los que sobrevivieron serían victimados luego por culpa de los residuos materiales de la explosión. La lluvia acida y la falta de luz solar habrían terminado de matar a las pocas especies que quedaban. Aún en el supuesto de que algún ser vivo hubiera podido escapar, (agazapándose dentro de una caverna que lo protegiera del intenso calor, de los tsunamis, de los terremotos y de las erupciones generalizadas) tendría que haber sobrevivido en un mundo sin vegetación y por lo tanto, sin comestibles. Imaginemos lo que habrá significado ver una roca tan grande como el Monte Everest cayendo del cielo. Si como parece, nada más grande que un pequeño mamífero, pudo sobrevivir a semejante cataclismo, ¿Cómo pudo la vida reorganizarse de cero, para escribir en sólo 65 millones de años, una obra tan monumental? Aquí es pertinente dar un par de números que contextualicen los periodos:


La Tierra tiene 4,567 millones de años, de los cuales, según los científicos, la vida empleó sólo mil millones para aparecer (casi la cuarta parte). Es decir que, si para llegar al T-Rex la naturaleza tardó 935 millones de años, a partir de la primera célula, resulta increíble que la naturaleza sólo tardó 65 millones de años para crear una especie aún más compleja, el ser humano. ¡Qué velocidad! 


Si hablamos en términos de porcentajes, veremos que la Tierra invirtió  54% de su tiempo para crear la primera célula; 43% para llegar de ahí, al primer organismo complejo; 5% para ir del primer organismo complejo a los dinosaurios (49% si partimos de la primera célula); pero únicamente el 1.2% de su tiempo para que aparecieran los primeros proto homínidos, si contamos desde la extinción de los dinosaurios hasta hoy. Ahora bien, el desarrollo de la inteligencia humana se dio en tan sólo 0.13% del tiempo dedicado a la evolución. ¿En serio? Si la historia de la Tierra fuera un día de 24 horas, la inteligencia humana corresponde al último minuto del día. Esto no tiene sentido, aún si suponemos que no todas las especies se extinguieron hace 65 millones de años y que de estas, evolucionó la vida. ¿Por qué dilató 5% de su tiempo en llegar a los dinosaurios, a partir de del primer organismo complejo en el Cámbrico, pero dilata sólo 1.2% en llegar a los homínidos en el Plioceno. Es como decir que Cervantes escribió en 10 minutos su “ópera-prima”.


Querer explicar la evolución del hombre, y en particular, la de la mente humana en términos tradicionales, es como decir que luego de meter en un programa “random” de computadora, todas las letras que componen El Quijote, obtuvimos en los últimos 60 segundos, de un juego de 24 horas, la obra completa; no imposible pero infinitamente improbable.


Se quiere explicar la evolución humana como una mano de “poker”; pero en el análisis detallado, la cantidad de causas y consecuencias para dar este resultado, lo vuelve único, lo señala más como un producto buscado, que un producto encontrado.


Así que, aunque Darwin sigue teniendo razón, hay algo que subyace en su Teoría que no es del todo claro. Yo diría que es un gran esfuerzo intelectual que explicó una gran variedad de fenómenos naturales y que entró en un contexto político–social adoc para convertirse en la base teórica-científica del mundo moderno que conocemos. Una teoría que justifica la imposición del fuerte sobre el débil, en el auge de la Revolución Industrial y los abusos que en nombre de ella se cometieron. Pero que es, por decir lo menos, inconclusa y deja grandes lagunas en lo que a la evolución del ser humano se refiere. A título personal, puedo decir que me parece que hay evidencia de una intención detrás de nuestra evolución.

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