Deconstruyendo a Darwin es una obra publicada por editorial Dracontos que escribió genialmente Javier Samperio en 2002.
Javier Samperio es un biólogo y genetista, con Doctorado en genética y biología por la Universidad Autónoma de Madrid. Colabora continuamente con el diario El País y ha publicado en Nature.
Este pequeñísimo ensayo complementa, otro ensayo que titulé, Repensando a Darwin, un mes antes de que este libro cayera a mis manos. A la luz de tan interesante lectura, me siento con la obligación de regresar sobre mis pasos y reflexionar sobre lo que este autor dice en relación a mis preguntas anteriores.
El objetivo primordial del libro es señalar que aunque la Teoría de Darwin sea la piedra angular sobre la cual se estudia con claridad la evolución de las especies terrestres, esta no es del todo exacta con respecto a dos hechos fundamentales:
Primero, la evolución no es forzosamente gradual, ni progresiva; también da brincos aleatorios que no dependen del contexto ambiental, sino que implosionan de la intimidad mismo del genoma.
Segundo, la evolución no sería en este sentido, únicamente adaptativa, también sería modular. Es decir que la evolución reutilizaría las estructuras existentes y las reensamblaría para crear nuevas formas de vida.
Samperio señala que en un pasado muy lejano, la primera célula eucariota se habría formado de la integración de tres bacterias preexistentes, (Teoría de la Endosimbiosis Serial de Lyn Margulis). La primera aportó el andamiaje de microtúbulos necesarios, otra añadió ciertas capacidades metabólicas para transformar el alimento en energía, y la última habría aportado lo que hoy llamamos mitocondrias. Hay evidencia que las bacterias tenían alguno de estos elementos, cada uno por separado. En este caso, la célula no habría evolucionado lentamente de la nada hasta crear estas estructuras, sino que reutilizaría elementos preexistentes, en un suceso excepcional en la historia de la Tierra.
Por otro lado, en la Teoría del Equilibrio Puntuado de Stephen Jay Gould y Niles Elredge se explica que las especies son normalmente estables durante largos periodos de tiempo pero que por razones desconocidas, influencia del medio ambiente, quizás, súbitamente evolucionan de golpe. Esto se fundamentaría en el hecho de que no hay evidencias de cambios paulatinos en especies actuales, y por el contrario, si existe evidencia de brincos evolutivos en los registros geológicos.
El punto es sencillo, antes del Periodo Cámbrico, que es cuando aparecen la mayoría de las especies fósiles que poblaron el planeta, hace 10 mil millones de años, no había vida animal, solo células complejas que ya estaban equipadas con una serie de genes Hox, capaces de transformar una pata en ala, o un tórax en cabeza. Esta aparición repentina de animales en este periodo, se explicaría entonces, por la presencia de este micro ser precámbrico, padre de todas las especies existentes hasta nuestros días. Ser que por cierto, se habría formado del proceso de evolución modular arriba mencionado.
Estos dos argumentos, serían de fundamental importancia, porque nos dicen cómo pasamos de la vida unicelular a la vida pluricelular. Hasta aquí, la ciencia es capaz de dar una explicación plausible a la evolución de la vida en el planeta, a pesar del fracaso del experimento de la sopa primigenia de Miller y Urley en 1953, que pretendía mostrar que de la materia inerte, se podía generar vida; sobra decir que los científicos no han sido capaces de explicar qué detonó la vida sobre la Tierra en más de 70 años, ni han sido capaces de replicar este suceso en un laboratorio. Pero Samperio se pregunta: ¿Cómo puede ser que ante un problema tan complejo como la creación del primer microorganismo, la naturaleza no haya contribuido con numerosísimas soluciones, sin haber dejado la mínima huella? Si ese ser ya tenía el mismo código genético que evolucionó hasta hoy, (código que por cierto no es simple, ya que tiene 20 proteínas y 20 genes) ¿En dónde está y cómo carambas se formó? Antes de responder, tenemos que decir que Sir. Francis Crick es el descubridor de una de las mayores aportaciones a la humanidad; la doble hélice del ADN, responsable de que las células hagan copias de sí mismas (Por este hecho le dieron el Premio Nobel de Medicina). Crick dedujo que el código genético estaba compuesto por tres elementos o letras, que a su vez formaban palabras, sin comas y con sentido. Él mismo postuló, en un ejercicio puramente intelectual, que el código genético debía basarse en una serie de adaptadores hechos de ARN, los cuales fueron descubiertos muchos años después, así como las letras de las proteínas en los aminoácidos, que él también mencionó.
Bueno, pues este genio de la biología y la genética, propuso en 1971 la Teoría de la Panspermia Dirigida, que explicaba que la vida tuvo que haber llegado a la Tierra de los confines del universo exprofeso. Dos ideas fundamentaron tan descabellada teoría; la primera es la uniformidad del código genético y la segunda es la edad del Universo, tres veces superior a la de la Tierra, permitiendo que en otras latitudes, la vida hubiera evolucionado el tiempo suficiente para luego reproducirla aquí.
La menor de las objeciones diría que esto es un "sin sentido", sin embargo otros más mesurados, han rebatido que tal teoría desplaza el problema un paso atrás, ya que ahora habría que preguntarnos en qué lugar se generó la vida que llegó a la Tierra. Sin embargo, que se desplace hacia otro lado el problema cambia el objetivo radicalmente, como señala Samperio en su libro, porque entonces puede ser que en otro planeta, si existieran las condiciones necesarias para la creación espontánea de la vida; evidencias, que por cierto, en la Tierra no se han descubierto, ni han podido ser satisfactoriamente reproducidas en laboratorios.
El Dr. Crick se decantó en favor de la Panspermia Dirigida, (Inteligencias no terrestres depositaron aquí la vida) en primer lugar, porque entendió que las malas condiciones en el espacio exterior harían imposible el viaje de los elementos básicos para la vida en un meteorito; y en segundo lugar, porque sus conocimientos en genética le hicieron ver que ante las evidencias, era imposible que la vida compleja hubiera surgido de la nada, y pensó que si la evolución es modular, necesitaría de elementos prefabricados para que se pudiera dar, módulos que debieron aparecer mucho antes de este primer ser, y que debieron haber dejado rastros en todas partes del orbe, mostrando no solo un camino, sino decenas de ellos, hasta dar con ese microorganismo del Génesis.
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